En España, el verano de 2018 fue la fecha que marcó un antes y un después en el consumo de bolsas de plástico. A partir de entonces, todas las bolsas de compra, salvo en casos muy concretos, debían ser cobradas en un intento por reducir el uso de estos artículos tan contaminantes. Desde aquel momento, las bolsas reutilizables empezaron a destacar como las perfectas sustitutas para ir a la compra, aunque también algunos establecimientos comenzaron a ofrecer a los consumidores bolsas de papel. En principio, estas últimas parecían una alternativa segura y sostenible, pero ¿realmente suponen una mejor opción las bolsas de papel?
Bolsas de papel vs Bolsas de plástico: Un poco de contexto
Como decimos, la batalla para reducir los plásticos de un solo uso a su mínima expresión arrancó hace cuatro años con la aprobación del Real Decreto 293/2018, de 18 de mayo, sobre reducción del consumo de bolsas de plástico. La lucha se centró en un primer momento en las bolsas de plástico, dado que su uso indiscriminado ocasiona un impacto medioambiental enorme.
No en vano, de acuerdo con las estadísticas, se estima que solo en España cada individuo consume anualmente en torno a 240 bolsas de plástico, lo que se traduce en un total de 97.000 toneladas de desechos plásticos. El problema se agrava si tenemos en cuenta que cada bolsa tarda cientos de años en descomponerse en la naturaleza.
Este mismo Real Decreto, asimismo, establecía otros horizontes. Desde el año 2020, las bolsas de plástico entregadas en los puntos de venta debían contener un porcentaje mínimo del 50 % de plástico reciclado. A partir de 2021, por su parte, se prohibiría la entrega de bolsas de plástico ligeras, excepto si eran de plástico compostable. El Real Decreto 293/2018 dejaba, asimismo, vía libre a los comerciantes para “optar por formatos de envase para sustituir a las bolsas de plástico”.
El papel de un solo uso, igual o más contaminante
En este contexto, lo primero que se nos ocurre es mirar a las bolsas de papel, un material que, a priori, es fácil de reciclar y relativamente rápido en biodegradarse. No obstante, la solución no está en cambiar los plásticos de un solo uso por envases de papel de un solo uso, pues el resultado es el mismo: la proliferación de desperdicios.
Además, ¿sabías que para la fabricación de una bolsa de papel se necesita cuatro veces más energía que para la de una bolsa de plástico? Sí, como lo lees. El proceso de producción de papel, que implica la tala de bosques, libera una gran cantidad de sustancias químicas de carácter tóxico. El carbono emitido durante la tala, de hecho, no hace sino contribuir a la emisión de aún más gases de efecto invernadero.
Al mismo tiempo, la devastación de bosques para fabricar papel merma la capacidad de la naturaleza de luchar contra el cambio climático. Es la pescadilla que se muerde la cola. Según las estadísticas, cada año se talan cerca de 3.000 millones de árboles en el mundo para fabricar embalajes de papel. Por supuesto, si esta es la alternativa llamada a sustituir las bolsas de plástico, esta cifra irá aumentando progresivamente en los próximos años. No parece la mejor idea, ¿no?
Las bolsas de papel de un solo uso, así, no pueden ser jamás la alternativa ideal al consumo de bolsas de plástico pues, como señalamos, requieren mucha energía y también grandes cantidades de agua. Para fabricar una única hoja A4 se necesitan entre 2 y 10 litros de agua. Y es que esta está presente en todas las etapas de producción, desde la fase del despulpado hasta el blanqueo del papel. Producirlo, por tanto, supone echar mano de unas cantidades ingentes de recursos valiosos y, además, no soluciona el problema de la generación de residuos.
La solución: evitar el despilfarro, también de las bolsas de papel
La reutilización de las bolsas de papel no parece ser la respuesta, especialmente porque por su propia composición resultan menos duraderas que las de plástico. La solución pasa, entonces, por acabar con los materiales desechables y de un solo uso, llámense plástico o papel, y, en su lugar, apostar por las bolsas reutilizables. En este escenario, hay varias posibilidades.
- Bolsas de algodón. Este tipo de bolsas son muy resistentes, de algodón orgánico y de comercio justo, por lo que son 100 % respetuosas con el medioambiente. Son lavables, tanto a mano como a máquina, y ¡duran una eternidad!
- Bolsas de malla. Estas son perfectas para la compra de frutas o verduras, por ejemplo. Al ser de malla, permiten que estos alimentos respiren. Pero también admiten un buen número de usos y, por supuesto, son lavables.
- Bolsas de silicona. Estos envases están sobre todo indicados para almacenar, congelar y transportar alimentos. Son muy duraderos, reutilizables y 100 % reciclables.
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