Hoy en día el plástico está en todas partes, pero hace solo unas décadas era prácticamente inexistente en la sociedad. Poco a poco fue introduciéndose en nuestras vidas, llenándolas de bolsas y envases plásticos tan prácticos como contaminantes. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Vamos a retroceder unos cuantos años para conocer el origen del plástico, cómo acabó en nuestro día a día y qué se utilizaba antes de que existiera este material. También repasaremos la situación actual y pondremos nuestra imaginación a funcionar: ¿llegará un futuro sin plásticos?
Orígenes del plástico
A pesar de que el plástico tal y como lo conocemos aterrizó en nuestras vidas para quedarse definitivamente en la década de los 50, la realidad es que sus orígenes se sitúan mucho antes. En concreto deberíamos remontarnos a la segunda mitad del siglo XIX, cuando se consiguió modificar el caucho natural, hasta entonces un material con usos similares a los del plástico a través de un proceso denominado vulcanización. Este proceso endurecía el caucho y, por ende, lo hacía más resistente.
Unos años después, en 1907, Leo Baekeland inventó la baquelita, el primer elemento plástico 100 % sintético. Así se irían sentando las bases de los materiales termoplásticos que, a partir de la década de los 60, se convertirían en algo habitual no solo en la industria, sino también en los hogares.
¿Por qué se creó el plástico?
El plástico se alzó como la respuesta a todas las necesidades que, hasta entonces, trataban de cubrir otros materiales. De un plumazo, un solo elemento las abarcó todas. Lo cierto era que este nuevo material reunía múltiples cualidades: resistencia, rigidez, opacidad, maleabilidad, etc.
Durante mucho tiempo el celuloide se empleó para la fabricación de numerosos utensilios, como muñecos, pelotas de ping-pong, peines y hasta rollos cinematográficos. No obstante, su gran desventaja era su elevada inflamabilidad. El plástico, en este sentido, no solo es menos inflamable, sino también resistente al agua y al calor moderado, por citar solo algunas de sus características. Asimismo, es un estupendo aislante. Parece que era un material que lo tenía todo.
Es más, con el paso del tiempo se fueron descubriendo otras tipologías de plásticos y, con ellas, se incrementaron exponencialmente los usos. Tal era su versatilidad que no tardó en convertirse en un imprescindible en nuestro día a día. De hecho, práxticamente no hay sector que no eche mano de él.
¿Qué se utilizaba antes de que apareciera el plástico?
Hasta que el plástico se expandiera hasta límites insospechados, otros materiales se encargaban de cumplir su función. Por ejemplo, se usaba mucho el papel, especialmente el de periódico. Este era de gran utilidad para almacenar o transportar artículos pequeños cómodamente. Se hacían cucuruchos con este papel (como ocurre al envolver hoy en día, por ejemplo, las castañas) y servían como envase. En la carnicería o, incluso, para postres o bocadillos, los productos se entregaban al consumidor en papel.
El papel encerado era la opción ideal para aquellos alimentos o artículos de textura grasa o ligeramente húmedos. Líquidos como la leche se vendían en botellas de cristal para una óptima conservación. El propio lechero recogía estos envases al día siguiente para reutilizarlos. Con la cerveza y los refrescos pasaba lo mismo. Es más, se incentivaba a la gente a devolver las botellas al establecimiento con una recompensa. También las mermeladas se presentaban en frascos de vidrio. En definitiva, la función que desempeñan en la actualidad los envases de brik la cubrían los tarros de cristal.
Por su parte, las fibras vegetales como la luffa se empleaban tanto en las esponjas del baño como de la cocina. Hasta que el plástico se dedicó a invadir estas estancias del hogar, fibras naturales como la mencionada luffa o el esparto tenían multitud de usos. Puede que nos parezca increíble, pero el esparto servía para fabricar persianas o, incluso, los zócalos de las paredes.
¿Cuándo empezó el plástico a usarse masivamente?
En los años 60, su uso era aún algo residual. Sin embargo, ¿quién podría resistirse a un material con tantas cualidades y tan práctico en un buen número de ámbitos? De hecho, en industrias como la cinematográfica se convirtió en un material indispensable. A partir de esta década, los plásticos empezaron a usarse de manera masiva y fueron reemplazando a materiales como el cartón o el vidrio en el contexto de los embalajes.
En los 80 no solo la producción de plásticos se incrementó, sino que se erigió como una de las industrias más importantes a nivel mundial. Ya era demasiado tarde para volver atrás porque nos habíamos hecho dependientes de este material tan versátil. Los nuevos tipos que fueron surgiendo iban cubriendo cada vez más nuestras necesidades.
Llegó un momento en el que no se podía concebir nuestra existencia sin los plásticos. Uno de los más comunes es el plástico PET o polietileno. Está presente sobre todo en el envasado de los alimentos.
Consecuencias del uso del plástico
Y así llegamos a nuestros días. Ese producto milagro que a todos logró cautivar se ha transformado en un enorme monstruo que atenta directamente contra nuestro planeta y nuestra salud. Al inmiscuirse en cada rincón de nuestras vidas (el plástico no solo está en los envases de productos, sino también en la ropa, los cosméticos o los materiales de construcción), no solo inunda nuestro día a día, sino también mares y océanos.
Cerca de 400 millones de toneladas de plásticos se producen cada año en todo el mundo, según los informes de Greenpeace. Buena parte de esta cantidad acaba en los océanos, con el consiguiente impacto medioambiental. Especialmente perjudiciales son los microplásticos (partículas cuyo tamaño no sobrepasa los 5 mm), muy difíciles de detectar y que están acabando con la fauna y la flora marina, así como localizándose en nuestros cuerpos.
Los envases de un solo uso y, en general, el elevado consumo y la mala gestión de los plásticos han dado como resultado que este problema no pare de crecer. De acuerdo con la ONG, no solo hay evidencia de que su ingesta provoca alteraciones gastrointestinales en los animales marinos, sino que, en último término, llegan hasta nuestros platos y consecuentemente en nuestro organismo.
Hace solo unos días, Business Insider hacía saltar las alarmas al publicar que se habían detectado microplásticos en las placentas. A estas alturas, no es exagerado señalar que es un tema que se nos está yendo de las manos.
El camino hacia la extinción del plástico
Para frenar esta tendencia, no queda otra que ir directamente al origen del problema. En las últimas décadas estamos inmersos en una peligrosa cultura, la del usar y tirar. Reciclar no es suficiente y, de hecho, según indica Greenpeace, en España apenas el 30 % de plásticos se recicla. Es hora de actuar, ¿pero cómo? En primer lugar, reduciendo el consumo de plásticos a su mínima expresión y, en segundo, apostando por su reutilización.
El movimiento Zero Waste
En este camino hacia la extinción del plástico, la filosofía Zero Waste cobra especial relevancia. Este movimiento alude a la necesidad de evitar al máximo la generación de residuos, llegando a un utópico cero desperdicio. En este contexto, es inevitable mirar al plástico, responsable de tanta basura y contaminación medioambiental. Se basa en 5 pilares, conocidos como las 5 Rs:
Rechazar (Refuse)
Decir que no a aquello que no necesitas. Por ejemplo, una pajita para tu bebida o un folleto promocional cuya vida útil es muy corta.
Reducir (Reduce)
Reducir aquello que sí necesitamos y que se nos hace complicado rechazar. Por ejemplo, los botes de gel y cosméticos o los productos envasados, apostando mejor por la cosmética sólida o la compra de productos a granel.
Reutilizar (Reuse)
Decir adiós a la cultura del usar y tirar y darle una segunda vida útil a todo aquello que consumimos. Por ejemplo los envases, la ropa, los objetos, etc.
Reciclar (Recycle)
Reciclar no es la solución, pero, si todo lo anterior ha fallado, es el último cartucho.
Compostar (Rot)
En el caso de residuos orgánicos, el Zero Waste propone devolverlos a la naturaleza en lugar de arrojarlos a la basura.
Vuelta a materiales pasados
Evitar el plástico no significa renunciar a nuestros hábitos. Si hace unas décadas este material ni estaba ni se le esperaba, de nuevo podemos sustituirlo por otros igual de eficaces. Anteriormente hablamos de elementos como las fibras vegetales, el vidrio o el papel que cumplen exactamente la misma función que los plásticos.
Por ejemplo, puedes sustituir las bolsas de compra convencionales por unas bolsas reutilizables confeccionadas en materiales como el algodón orgánico. El baño es una de las estancias donde más envases plásticos acumulamos (gel, champú, desodorante…). Una excelente idea es pasarte a los jabones y champús sólidos como hacían nuestros antepasados.
En la cocina, sustituye los estropajos habituales por los de luffa o esparto, igual de eficientes para fregar. Por su parte, materiales tan resistentes como la madera regresan con fuerza. La encontramos en cepillos de pelo, pinzas para la ropa o jaboneras para un buen mantenimiento de la cosmética sólida.
El futuro deseado
¿Será posible un futuro sin plástico? La concienciación es cada vez mayor así como también las alternativas. Cada vez es más fácil suplir este material tan perjudicial por otros más benévolos con el medio ambiente. Siempre hay una alternativa. Es más, la apuesta por un planeta libre de plásticos de un solo uso cada vez tiene más adeptos. El movimiento es imparable.
El futuro deseado pasaría por un empleo residual y cada vez menor de los plásticos. La Unión Europea se ha fijado una meta muy clara: en el año 2030 todos los envases de plástico deberían poder reutilizarse y reciclarse. Este es solo un paso más, pero no la solución.
La solución reside en nosotros y en la forma en que utilizamos los recursos que tenemos a nuestro alcance, así como de nuestra elección a la hora de consumir. A su vez, también consiste en apoyar a aquellas organizaciones o entidades que de alguna forma u otra promuevan este cambio en las formas de consumo y en las leyes y regulaciones sobre el uso de este material.
Por supuesto, en Cero Residuo seguiremos ofreciéndote alternativas y consejos para que este trayecto sea menos arduo.