Microplásticos en el aire: una contaminación silenciosa

Los microplásticos han sido identificados como una de las principales amenazas de la contaminación marina y terrestre. Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que estos contaminantes han colonizado un espacio aún más vital: el aire que respiramos. Los microplásticos en el aire ya no son una sospecha, sino una realidad documentada científicamente y con consecuencias preocupantes tanto para la salud humana como para el equilibrio ecológico.

Aunque se suelen definir como partículas plásticas menores de 5 milímetros, lo que hace especialmente alarmantes a los microplásticos en suspensión atmosférica es su capacidad de ser inhalados y transportados a grandes distancias sin que podamos verlos ni evitarlos.

¿Cómo llegan los microplásticos al aire?

Las vías por las que los microplásticos terminan en la atmósfera son múltiples y en muchos casos insospechadas. Una de las más relevantes es la abrasión de los neumáticos de vehículos en las carreteras: al rodar sobre el asfalto, estos liberan partículas de caucho sintético que, impulsadas por el viento o el tráfico, pueden permanecer en suspensión durante días.

Otra fuente importante es la ropa sintética; al lavarse y especialmente al secarse en secadoras, las fibras microplásticas se desprenden y son emitidas al ambiente.

En zonas urbanas e industriales, la fragmentación del plástico expuesto al sol, el calor y los elementos atmosféricos genera polvo plástico que también acaba en el aire.

Según un estudio publicado en Nature Geoscience (Allen et al., 2019), estos contaminantes pueden ascender a la atmósfera, viajar cientos o miles de kilómetros y luego depositarse incluso en regiones remotas como los Pirineos. Lo más alarmante: esta circulación aérea no distingue entre áreas rurales, urbanas o naturales. Los microplásticos pueden encontrarse en cualquier parte del planeta.

¿Dónde se han detectado microplásticos en el aire?

La presencia de microplásticos en el aire no es una simple especulación: existen datos concretos que confirman su omnipresencia. En el estudio de Allen et al. (2019), realizado en los Pirineos franceses y publicado en Nature Geoscience, se constató una tasa media de deposición diaria de 365 partículas microplásticas por metro cuadrado. Estas cifras demuestran que ni siquiera las zonas montañosas alejadas de la actividad industrial están libres de esta forma de contaminación.

Por su parte, el estudio de Gasperi et al. (2018), en Current Opinion in Environmental Science & Health, analizó la presencia de fibras microplásticas en ambientes urbanos de Londres. Encontraron altas concentraciones en interiores y exteriores, con predominancia de fibras plásticas (más del 80 %), especialmente en zonas con denso tráfico o mayor actividad humana.

Por otro lado, el análisis de Prata, J. C. (2018). Airborne microplastics: Consequences to human health?, estima que una persona puede inhalar entre 26 y 130 microplásticos al día.

Incluso se ha detectado presencia de microplásticos en el aire del Ártico, como demuestra la investigación de Bergmann et al. (2019), publicada en Nature Communications. Se hallaron partículas plásticas en 20 de 21 muestras de nieve recolectadas en el Ártico y en Europa, con concentraciones que oscilaron entre 0 y 14.400 partículas por litro de nieve en regiones polares, y hasta 154.000 partículas por litro en zonas urbanas europeas.

Microplásticos y oxígeno: ¿respiramos menos aire puro?

Una de las conclusiones más inquietantes proviene del artículo de National Geographic España (2023), que recoge la hipótesis de algunos científicos sobre la relación entre el aumento de plásticos y la reducción de oxígeno disponible. Al descomponerse, muchos plásticos liberan compuestos tóxicos que afectan a microorganismos esenciales para la producción de oxígeno, como el fitoplancton. Estos organismos marinos generan entre el 50% y el 80% del oxígeno que respiramos. Si se reduce su actividad por acumulación de microplásticos en el mar, indirectamente estamos limitando nuestra propia capacidad de respirar aire limpio.

Impacto en la salud humana y en la naturaleza

Respirar microplásticos no es inocuo. Las partículas más pequeñas, como los nanoplásticos, pueden penetrar en el sistema respiratorio, alcanzar los alvéolos pulmonares e incluso pasar al torrente sanguíneo. La inhalación crónica de microplásticos se ha asociado con afecciones como asma, bronquitis y fibrosis pulmonar. Si bien se requieren más estudios longitudinales para confirmar estos efectos a largo plazo en humanos, la tendencia es preocupante.

La contaminación atmosférica por microplásticos también afecta al medio ambiente. Estas partículas pueden ser inhaladas por animales, depositarse en suelos agrícolas y acabar en el agua dulce, desde donde retornan a la cadena alimentaria.

Microplásticos en el aire: ¿Qué se puede hacer?

Aunque el problema de los microplásticos en el aire parece no tener solución, hay medidas individuales y colectivas que pueden marcar la diferencia:

• Priorizar el uso de tejidos naturales frente a sintéticos. Por ejemplo, nuestra ropa interior está hecha únicamente con fibras naturales.
• Priorizar los productos reutilizables que no estén hechos con plástico, como las botellas de acero inoxidable.
• Fomentar políticas para limitar la producción y consumo de plásticos de un solo uso.
• Mejorar los sistemas de ventilación y filtración en espacios interiores.
• Invertir en investigación para entender mejor la dinámica atmosférica de estas partículas.

Referencias:

1. Allen, S., Allen, D., Phoenix, V. R., et al. (2019). Atmospheric transport and deposition of microplastics in a remote mountain catchment. Nature Geoscience.
2. Gasperi, J., Wright, S. L., Dris, R., et al. (2018). Microplastics in air: Are we breathing it in? Current Opinion in Environmental Science & Health.
3. Prata, J. C. (2018). Airborne microplastics: Consequences to human health? Environmental Pollution.
4. Bergmann, M., et al. (2019). White and wonderful? Microplastics prevail in snow from the Alps to the Arctic. Nature Communications.
5. National Geographic España (2023). Plástico hasta en el aire que respiras.